Late Night


Ficha La Ola

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Críticas de La Ola (1)


Mad Warrior

  • 14 Oct 2022

8



Esta es una historia inspirada en una historia inspirada en otra historia inspirada en la Historia, y empieza conmigo a los 16 años, en un día cualquiera de comienzos del año 2.009, sentado en un pupitre de mi aula de 4.º de E.S.O., a punto de comenzar una clase de Historia con la profesora más izquierdista y anarquista de todo el centro...

La parte del libro a estudiar englobaba la entrada de Alemania en la 2.ª Guerra Mundial además del nacionalsocialismo y su auge; al llegar a dicho punto esta mujer nos preguntó si sería posible que algo parecido, un sistema político basado en la autocracia y el totalitarismo serían posibles actualmente a como sucedió entonces con Hitler. El cine y la sobresaturación pedagógica sobre el mismo tema provocaba el bostezo o la inmediata reacción a negarlo; al día siguiente vino con el DVD de ¨Die Welle¨ y la vimos poco a poco durante la semana, absorbidos por el desarrollo de tal historia, algo descabellado, algo comprensible, y en última instancia algo terrorífico...
En el transcurso de dicha semana a todos nos sedujo esa idea, la de pertenecer a un grupo y colaborar en una fuerza social mediante la disciplina, la comunidad y la acción (algo a lo que la maestra reaccionaba con cierta socarronería pues tenía muy claro que éramos jóvenes y aún no entendíamos nada de nada), pero al final de la película dicha idea se evaporó...al final sí era posible una dictadura de cumplirse ciertos requisitos. Dennis Gansel sabía lo que hacía al recrear el extraño experimento de Ron Jones cuando era tan sólo un licenciado de Stanford casi recién admitido como maestro en el centro de Cubberley de la vital, comprometida y querida comunidad de Palo Alto.

Se toma un modelo arriesgado: cómo ese maestro, ¨un auténtico radical de carisma único y vocación de actor, más adecuado para ejercer de anfitrión de algún ¨late-night talk show¨ ¨, introdujo en el concepto del totalitarismo a unos adolescentes de la Norteamérica de finales de los 60, y no por vías explicativas, sino 100% empíricas; los testimonios de los hoy ya adultos alumnos que aparecen en algunos documentales provocan escalofríos. El de Hannover, más interesado en los hechos que en el popular libro de Todd Strasser (novelización del film televisivo de los 80 que recreaba el experimento), perfila su guión en base a una cuestión muy significativa.
¿Es posible llevar el caso a la Alemania de finales del año 2.000? Al principio no; en EE.UU. no hay un modelo como tal, y siempre se acaba dirigiendo la mirada al nazismo. El pueblo alemán, entonces, es aún más incapaz (¨¿repetir los mismos errores por los que el Mundo entero sufrió y que aún hoy día nos siguen avergonzando?¨). El compromiso del país para con su propia Historia es muy serio; ¨No dices ¨Adolf¨ aquí sin sufrir alguna consecuencia¨, bromea Gansel, quien desde el principio nos sumerge en una versión germana de Palo Alto, limpia, con mucha vegetación y energía, de la mano de Rainer, a quien da vida un Jürgen Vogel que es la absoluta encarnación de Jones.

Es curioso que el inicio de ¨Die Welle¨ respire ese feroz sentido de la rebeldía gracias a él, quien a no mucho tardar la pondrá patas arriba con su particular experimento. Pero lo que fue intencionado por Jones aquí llega de forma accidental, dejando al más radical de los profesores frente el desafío de saber transmitir lo que es una dictadura (así se nos pone frente a la idea de que del comunismo también surgen un sistema totalitario...sólo observen el Mundo de hoy); mientras, Gansel y Peter Thorwarth esbozan un retrato no muy original pero honesto de los chicos.
En general se nos presentan una serie de personajes-tipo más que conocidos, desde la exaltada anárquica (Mona), el imbécil malcriado con mucho dinero (Kevin) y el marginado social (Tim) al matón de turno (Bomber), la insegura introvertida (Lisa) o la egoísta mandona (Karo, que se alzará contra sus propósitos y está basada en Sherry Tousley, una de las pupilas de Jones); pero el cineasta, acostumbrado a filmar con actores jóvenes y hacer de ellos los héroes de su cine desde su debut, los dirige bien y nos acerca a sus intimidades y problemas de forma sincera. La configuración de sus personajes resulta más espinosa.

La distancia histórica entre los tres sucesos de ascenso dictatorial deja a la vista una ecuación complicada donde el modelo se debe intentar repetir en la secuencia hasta lograr un resultado idéntico. La Alemania de la aparición y auge del nazismo era un mundo en ruinas tras la Gran Guerra engañado por la Constitución de Weimar y ahogado por las deudas, la anarquía, la hiperinflación y las persecuciones a los judíos, mientras que EE.UU., en el momento en que Jones repitió la experiencia, se veían marcados por el sentimiento de cambio radical, la exigencia de derechos civiles, las protestas estudiantiles, las tribus urbanas, la figura icónica de Kennedy, la psicodelia, el ¨flower power¨ y la Guerra de Vietnam en su punto álgido...
El país donde Gansel revive ¨La Tercera Ola¨, como simplemente ¨La Ola¨ (nombre escogido democráticamente (como Hitler), y con el apoyo del Gobierno previo (la directora del centro) ), es el de Angela Merkel, que en breve, y sirviendo de terrible signo vaticinador de cara a la realidad, caería en una recesión económica histórica, con el P.I.B., el mercado de exportación y el industrial y la inversión corporativa seriamente dañados. Los alumnos de Rainer son los ¨millennials¨ de esta Alemania segura de sí misma y que de un momento a otro puede precipitarse al vacío.

Como vemos, e inevitablemente parando por muchos clichés, una generación que vive en la insatisfacción, perdida en el cinismo, solitaria y sin referentes paternos reales a los que aferrarse, en búsqueda de algo que no encuentran y allanando así el camino a sus sucesores (los ¨Z¨, bien ejemplificado en el hermano de Karo), una generación preparada para el negro futuro que les ofrece la economía alemana, una generación altamente manipulable.
Las conexiones principales entre los individuos que sucumbieron ante el poder de una dictadura es la insatisfacción y pérdida de valores, pero sobre todo la importancia de pertenecer a un grupo.

Más concretamente el miedo que genera el no pertenecer a un grupo, sobre todo uno que está tomando fuerza y carácter propio. Los chicos que visiona el director son, en efecto, así de manipulables y débiles; la narrativa lineal abarca la semana de proyectos de la clase y a simple vista puede parecer un disparate el modo en que evolucionan sus distintas personalidades durante su desarrollo, pero no tanto si tenemos en cuenta que las bases del experimento son reales, incluso el guión ofrece una versión algo fantasiosa y edulcorada de los hechos reales, mucho más escabrosos e indigeribles.
Sucede lo mismo que al grupo de Jones o que al nacionalsocialismo original: la rápida degeneración de la tan inspiradora idea de unidad, compromiso, apoyo y comunidad en detrimento de la libertad individual, que atenta contra la debilidad de esa persona que decide luchar sola, y el principal problema es la sensación de poder y el hecho de percibir a los miembros de la sociedad restante un escalón por debajo, originándose el exclusivismo, primero discreto, luego extremista (Kevin pasa de ser el repulsivo niñato rico que pierde su estatus ante los compañeros a ser el socio capitalista del movimiento, con tal de experimentar poder y prestigio).

Gansel, que falla al no mostrar nunca una clase del profesor desde dentro y profundizar en las enseñanzas impartidas a los alumnos, se recrea en la obsesión de la juventud por pertenecer a un equipo por la satisfacción propia y además, y es una de las claves del fracaso del de ¨La Ola¨, hacerlo por la pura moda, lo más típico de la sociedad. Desde el principio a los chicos se les antoja un pasatiempo divertido, muy guay, y ellos mismos pisotean los ideales de unidad al transformar su ¨Ola¨ en no más que una marca registrada, que se infiltra en el mercado (prendas, tatuajes, redes sociales...un sinfín de publicidad sin contenido ni alma).
Al otro lado quedan los excluidos, que se unen para finalizar su deambular individual o por aprovecharse, aunque se trate de un instante efímero, de la sensación de poder a la cual ellos mismos se enfrentaron (el instante en que Kevin no permite al hermano de Karo patinar si no es miembro del grupo y la posterior ¨conversión¨ de éste). El director sigue la máxima del resultado del experimento de Jones: la unidad configurada a ciegas, sin un fin real (¿contra qué lucha o quiere luchar ¨La Ola¨ en realidad?), sólo deja un rastro de odio y el deber inconsciente de imponer su difusa ideología a los demás.

No obstante decide ahorrarse el verdadero suceso que abrió los ojos a los muchachos de Cubberley (Jones, a través de unas imágenes de archivo de los nazis, comparó a sus estudiantes con las ¨juventudes hitlerianas¨), quizás por la obviedad, y propone uno algo más impactante, eso sí, desde lo previsible (¿de verdad había otro final para Tim?) y lo artificioso, siguiendo el estilo de filmación y puesta en escena de su película, hecho así para entrar sin dificultades por los ojos y los oídos al público adolescente.

De estar realizadores más veteranos y con una visión más comprometida y severa al mando (digamos Pollack, Lumet, Polanski, Oshima o Rosenberg), el nudo que se nos hace en el estómago durante el epílogo nos asfixiaría y nos dejaría desamparados en mitad de una experiencia terrible.
Pero no se le deben quitar méritos a Gansel. Aún hoy día dicho nudo sigue apareciendo al llegar ese momento...



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